lunes, 30 de junio de 2008

Edward Norton by Shangay

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Se ha negado a caer en el cliché de ser "el mejor actor de su generación", pero, a cambio, Edward Norton se ha cargado su carrera en el camino. Hace años era el chico de oro para cualquier proyecto de relumbrón. Ahora, está verde de vergüenza por su inminente estreno, "El increíble Hulk", de la que no piensa hacer promoción.

"El club de la lucha" fue un alarde de esquizofrenia y vigorexia, dos de las constantes en su carrera, ya que poco antes había despertado nuestra libido más políticamente incorrecta -la de la extrema derecha- como el neonazi cachas y con conciencia de "American History X". Incluso cantó y bailó para Woody Allen en su encarnación del yerno perfecto en "Todos dicen I love you".

Nos encantaba en todas sus facetas, que eran tantas que enamoraron a dos mujeres tan distintas como Courtney Love, la mantis religiosa del rock a quien conoció rodando "El escándalo de Larry Flynt" , y la mexicana Salma Hayek.

Todo un caballero debe ser este chico. Salvó la carrera de Hayek al resucitar el proyecto de "Frida" que ella sola no pudo sacar adelante y Courtney Love, a pesar de vivir del cadáver de Kurt Cobain, siempre ha dicho que Norton ha sido el amor de su vida.

Y eso que nunca va a llegar a sex symbol, más bien tiene pinta de monaguillo asesino, la imagen que, por otro lado, le ha dado los mejores resultados interpretativos. Pocos han debutado tan a lo grande en el cine como él lo hizo en "Las dos caras de la verdad".

Fue ese doble filo el que hizo a Hollywood preguntarse quién era ese chico tan interesante, aunque algo feucho, que se servía de su aire de "nerd" antisocial para manipular a conciencia en este drama judicial que lo tiene todo para ser un "must" entre los amantes de las sobremesas televisivas de fin de semana: asesinato, Richard Gere y trastorno de personalidad múltiple.

Si hay alguien que no sabe qué significa el concepto "robaplanos" debería ver a Norton en esta película. Un Globo de Oro y casi un Oscar lo atestiguan.

Aunque como ejemplo del término "fiasco" no hay uno mejor que el de su carrera como director. Tras la cámara nos regaló ese engendro que fue "Más que amigos", un intento de comedia romántica en la que un cura -él- y un rabino -Ben Stiller- se disputan el amor de una pobre mujer.

Ahora, su héroe de la infancia le acaba de dar un disgusto. ¿A quien se le ocurre hacerse cargo de una saga tan desahuciada como la de "El increíble Hulk"?

En su empeño por resucitar al héroe verde, otro icono de la doble personalidad, ha regresado al gimnasio -¡bien!- y se ha metido a guionista -¡horror!-. Pero ni el cuerpo de Eric Bana ni el talento creativo de Ang Lee sirvieron para hacer de Hulk un éxito cinematográfico y Edward ya hace muchos años que no nos fascina como para permitirse estos lujos...